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Las migraciones son un fenómeno que hace parte de una constante histórica producto de la globalización.
En los E.U, los inmigrantes latinos corresponden al 15% de la población norte americana siendo catalogados por los estadistas como la primera minoría étnica de este país encabezada por mejicanos, luego los cubanos y dominicanos; y finalmente completada por del resto del continente latinoamericano.
Los efectos de este fenómeno son ECONÓMICOS ,POLÍTICOS Y CULTURALES donde predomina la multiculturalidad; sin embargo a su vez sobrevienen factores excluyentes como la segregación social, el etnocentrismo, estereotipos y perjuicios, discriminación, racismo y xenofobia.
El trato de inmigrante está atado a la dignidad humana, sin embargo los pueblos receptores condicionan su derecho humano a un statu que usualmente se denomina regularización o legalización, lo que categoriza a la raza humana y deja en el tintero al principio universal que pregona la Declaración Universal de Derechos Humanos, es decir, el de la no discriminación.
En el caso de los Colombianos en la tierra del tio Sam, queda al descubierto que sus garantías y reconocimientos como sujetos de derecho son incompatibles con las políticas de extranjería e inmigración reduciéndose a su mínima expresión.
En el marco internacional su protección es el art. 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos , el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y derechos económicos ,culturales y sociales, donde se parte de igualdad de todas las personas sometidas a una jurisdicción estatal; así como al principio de la no discriminación.
Por su parte la ONU, mediante la declaración sobre los derechos de los no nacionales de un estado (Resolución 40 /144) señala la máxima protección del ser humano y una concesión mínima de derechos.
La Declaración del Milenio, firmada en 09/00, abogada por la instauración de medidas para garantizar el respeto y la protección de los migrantes en general y sus familias, y del trabajador migrante para evitar el racismo y la xenofobia.
Desde la óptica de los derechos humanos, la deportación masiva de inmigrantes Colombianos desde los E.U, fué y sigue siendo inhumana y lesiva al derecho internacional porque claramente existe vulneración a la dignidad humana, teniendo en cuenta que jamás se articuló mediante políticas de cooperación bilateral para evitarla o regularizarla.
Por el otro lado, en todo momento fué una política unilateral impuesta mediante amenazas económicas sin consultar los tratados y convenios internacionales vigentes.
Es decir, es una clara muestra de imposición y rebeldía de un país donde se nota que el trato al ser humano se asemeja al manejo de un paquete de mensajería en tránsito para devolución al remitente cuando la dirección del destinatario es inexistente o está errada, y de paso ser nacional Colombiano es objeto de estigmatizaciones social.
Mientras tanto, toca esperar que impacto económico produce la deportación masiva en el país del Norte, para que se obligue a legislar sobre este punto o se ablanden las medidas, la cual siempre ha sido motivo de álgidas pero infructuosas discusiones; y además la bandera del populismo partidista del presidente de turno.
Victor Rios Mercado
Abogado Magister en Derechos Humanos
Instituto Europeo Campus Stellae de España
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Colombia-Sur América
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Excelente para buen Conocimiento de todo Ciudadano que debemos saber y opinar al respecto